martes, 13 de abril de 2010

Treebound Story - Swimming in the heart of Jane

La satisfacción de hacer o desarrollarse en algo que uno realmente quiere, no tiene precio. No tiene precio porque la motivación no necesariamente se inclina por lo económico, si no por lo contrario, se orienta por conceptos menos materiales como por ejemplo, la vocación.
En nuestra actualidad, en muchas ocasiones el concepto de vocación va quedando en desuso, ya sea por la falta de recursos, por los contextos donde éstos se desarrollan o por factores que escapan de uno. Por lo contrario (en el mejor de los casos) si nos planteamos emprender aquellos proyectos que ideamos por convicción propia, muchas veces éstos terminan tomando direcciones distintas a los que nos planteábamos, debido a las reglas que nos impone la globalización, la mejora continua, la competitividad y muchos otros conceptos que van tomando cada vez mayor fuerza.
Me pregunto si algo de razón me dará el buen Richard Hawley, músico que goza de una fama envidiable, con miles y miles de discos vendidos bajo su firma, a lo largo de una carrera zigzagueante, la cual se rige –pienso yo- a todo eso que explicaba líneas arriba, como son las condiciones que el mercado impone, pero así mismo, respetando la autenticidad de la obra del autor, que buenamente termina por ser rentable para éste.
Precisamente, recuerdo que fue este artista materia del primer post del blog. Y aunque en dicha ocasión, hacia referencia a un Hawley en una etapa esplendorosa, hoy toca recordarlo en sus inicios, cuando no gozaba toda esa fama arrolladora de estos últimos años, cuando no se le asociaba con gente como Sinatra, si no más bien, denotaba un sonido más de la época, como fue aquel maravilloso janglepop inglés de mediados de los ochentas, esta vez bajo la firma del cálido Treebound Story.
Treebound Story, fue un cuarteto que se extendió en el periodo 1986-1990, tiempo en el cual grabaron 4 Ep’s, con un sonido muy característico de esos años, que bien se les podía asociar con gente como los Railway Children, Easter and The Totem, los primeros Pulp o los mejores ochentas.
Para redondear la idea inicial, Hawley se paseó por esos ochentas, hasta el crooner sound actual, pasando por el britpop noventero o el electroclash más experimental, quieran o no reconocerlo, continuamente se fue reinventando, y aunque el hecho de formar parte la “corriente principal” sea indicativo de querer inclinarse más por las masas que por la calidez del producto, puedo intuir su autenticidad desde los Treebound, hasta su etapa solista.

































































































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